viernes, 15 de marzo de 2013

PREVENIR PARA APRENDER


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Prevenir para vivir con plenitud física y mental y sobretodo para vivir lo mejor que nuestra genética y nuestro entorno nos permitan. Dentro de estos factores condicionantes de nuestra salud y calidad de vida, la genética y el entorno ambiental o bioecológico, yo añadiría un tercer factor de suma importancia: el factor cultural que podría incluirse en el entorno socioeconómico y psicosocial. Está demostrado que los hábitos, tanto los buenos como los malos hábitos, dependen en gran parte de costumbres aprendidas, es decir, de los estilos de vida asumidos y de los grupos en los que nos identificamos.

De hecho, es una realidad que la obesidad infantil, por ejemplo, es en estos momentos una epidemia emergente. Desde 1982, el número de niños en edad escolar afectados por esta patología se ha triplicado y alcanza actualmente un porcentaje del 20% según manifiesta el profesor emérito de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Mario Foz. Los factores desencadenantes tienen mucho que ver con estas costumbres aprendidas: la costumbre de seguir -por desconocimiento y por costumbre- una dieta desequilibrada y la costumbre de hacer cada vez menos ejercicio físico. Las consecuencias de estas patologías no se frenan en el aspecto puramente físico de los que las padecen, sino que entran habitualmente en un círculo de ansiedad y depresión que son precisamente los monstruos que se ciernen sobre nuestra sociedad en los próximos años. La prevención de la obesidad y por ende del resto de patologías oportunistas, pasaría por una labor educativa a nivel escolar y familiar.

Gestión del cambio: la verdadera prevención


Si tenemos clara nuestra intención de cambio e incluso de mejora, lo siguiente es disponer de cuanta más información mejor para conseguir filtrar toda la información indeseable que acompaña a las tendencias y a las modas… y no cabe duda que el bienestar, el "Wellness" y el ansia del ser humano por vivir mejor y durante más tiempo no se escapan a los tentáculos del omnipresente marketing. La información aumentará nuestro grado de conocimiento y esto es algo que podremos trasladar a nuestra vida y a la de los nuestros. Como comentaba anteriormente, aprender es tan importante como desaprender, sólo de esta forma conseguiremos un filtro lo suficientemente válido como para que la información pueda ser gestionada de forma efectiva.




En cualquier caso, los factores que hacen que seamos más lentos, menos ágiles, más obesos, menos saludables y más enfermizos son en ocasiones poco controlables, pero son menos controlables si cabe cuando no tenemos ningún argumento contra ellos. Conocer es disponer de la capacidad suficiente como para hacerles frente y poder ser así cada vez más ágiles, sanos y ¿por qué no? más viejos saludables.


Unos de esos factores sobre los que tenemos poco control son los factores heredados. Esa herencia genética que hace -como dice Joan Manel Serrat- que nos "meneemos" con los gestos de nuestros padres y que tengamos muchas posibilidades de morir o vivir como ellos. De nuevo el factor cultural y familiar tiene mucho que decir al respecto, pues es precisamente en el entorno familiar en donde se aprenden costumbres positivas para nuestra salud o costumbres que provocarán que antes o después reproduzcamos las causas que llevaron a nuestros padres a una muerte prematura.

Es algo que los que hoy son padres deberían plantearse antes de hacer según que delante de sus hijos. Hijos que dentro de unos años deberán desaprender actitudes y hábitos erróneos para su salud si quieren mejorar su calidad de vida. En definitiva, si hablamos en términos de reproducción y perpetuación de la especie, somos simplemente "padres proveedores". Padres proveedores de alimento, de costumbres, de cultura, de techo, de valores, de cariño… la ausencia o exceso de cualquiera de estos puntos darán forma al hombre en el que se convertirá ese niño. En un extremo encontraríamos a los padres que inculcan al niño costumbres positivas para su salud: no fuman, o por lo menos no fuman delante de el, tienen costumbres alimenticias correctas, le inculcan la importancia del ejercicio físico y (no entraré en un debate religioso) le "condicionan" para que sus valores éticos y morales sean lo más aptos posibles de acuerdo con los modelos de conducta aceptados en nuestra sociedad. Su capacidad de decisión radicará en su capacidad de aprendizaje y copia.

En el otro extremo encontramos a los padres con un núcleo familiar poco sólido, generalmente atacado por el desempleo y la falta de recursos que suelen acompañar a ciertas enfermedades y patologías como en consumo de drogas (incluyo al alcohol en la categoría de droga) y en un entorno con carencias de infraestructuras, presencia de actividades delictivas etc. Quiero hacer notar al lector que me refiero a dos extremos absolutamente opuestos y que -evidentemente- entre uno y otro extremo existen tantas tipologías de padres e incluso de modelos familiares que sería complejo siquiera intentar abordar algunos de ellos. De cualquier modo, existencia de conflictos familiares o de malos tratos entre las personas que desempeñan las funciones parentales, la escasa afectividad, o la ausencia de seguridad emocional condicionan sobremanera el factor cultural heredado por este niño y por consiguiente su capacidad de elección de un modelo de vida más o menos saludable.

El factor relacional es por tanto decisivo y suele provocar en las personas lo que los sociólogos llaman el "factor grupo de iguales", es decir la unión a grupos de costumbres y niveles culturales iguales o similares. El miedo a la exclusión del grupo es generalmente en edades adolescentes uno de los más fuertes condicionantes hacia la adopción de un estilo de vida más saludable. De ahí la importancia de que sean los padres los que inculquen al niño costumbres lo más sanas posible ya que formarán parte del hombre en el que se convertirá mañana. El tabaco por ejemplo además de ser sumamente nocivo para el niño que se convierte en fumador pasivo, significa para el una licencia. Un permiso que le permitirá en unos años ser un fumador empedernido, y una licencia que sólo tendrá el, porque sus padres le habrán regalado la que ellos poseían fumando en su presencia. "No fumes" será una frase sin validez porque no supieron aplicarla en si mismos cuando fue necesario.

Entre los dos extremos nos encontramos todos nosotros, unos más hacia el blanco, otros hacia el negro, muchos divagando en los tonos de gris…


Un estudio, realizado por la Saint Louis University School of Public Health, de Estados Unidos, señala que la herencia genética es responsable en un 33% de cómo nos sentimos físicamente a lo largo de nuestra vida, pero también en un 36% de nuestro estado emocional y mental durante toda nuestra existencia. Si bien existen también científicos y estudios que parecen indicar que nuestra capacidad de ser felices u optimistas viene "preprogramada" por nuestro subconsciente. Sea como fuere, tenemos mucho que transmitir a nuestros hijos en forma de factores positivos aprendidos ya que es precisamente el conocimiento profundo del concepto de prevención lo que nos situará claramente en un extremo más blanco o más negro de esta escala imaginaria.

En estos factores hereditarios encontramos la predisposición genética hacia una enfermedad u otra, como cierta predisposición a las infecciones, a las cardiopatías coronarias, la hiperglucemia, la hemofilia o la anemia drepanocítica. La actual ingeniería genética investiga las fórmulas que nos permitirán en un futuro la eliminación de estos factores de riesgo. Hoy por hoy, lo que está claro es que tenemos un cierto control sobre los desencadenantes que dan lugar a algunas de estas enfermedades. De nuevo -aprender- a combatirlas pasa por -conocer- que es lo que estamos haciendo mal.

Factores de riesgo que condicionan la prevención

La OMS, señala como principales factores de riesgo para la salud a escala mundial la insuficiencia ponderal del niño, las prácticas sexuales de riesgo; la hipertensión arterial; el consumo de tabaco; el consumo de alcohol; la insalubridad del agua, la falta de saneamiento y de higiene; la hipercolesterolemia; el humo de combustibles sólidos en espacios cerrados; el sobrepeso y la obesidad. A la suma de todos ellos se debe más del 40% de los 57 millones de muertes que se producen cada año en todo el mundo y un tercio de la pérdida mundial de años de vida sana.

El ambiente sociocultural condiciona también aspectos que en mayor o menor medida determinan la calidad de nuestra salud, como la vivienda, las condiciones sanitarias, el acceso a medicamentos, e incluso las condiciones de trabajo, seguridad física y social, el afecto, la comunicación, la asistencia médica, el acceso al trabajo que determina finalmente la consecución de todo lo demás, la distribución de la riqueza… toda esta amalgama de factores es lo que determina finalmente el comportamiento y estilo de vida del individuo.



Luis Perea

3 comentarios:

  1. Excelente Luis,muchas gracias!cuando vienes para el sur a dar algún curso?un saludo.

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  2. Muchas gracias Angelo y gracias a ti por leerme. Al Sur iré pronto a dar algún curso!un abrazo grande!

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  3. Ok, espero que sea pronto, tengo ganas de escucharte y seguir aprendiendo, un saludo!,

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