martes, 12 de noviembre de 2013

UN COMPORTAMIENTO WELLNESS

Copyright © Luis Perea 2013. Todos los derechos reservados. Cualquier copia, duplicación o uso del contenido de este artículo está prohibido salvo autorización previa del autor.


Los llamados "comportamientos de bienestar" son finalmente los únicos capaces de librarnos por lo menos en parte, de la lista publicada por el Nacional Institute of Mental Health, como principales causas de enfermedad en Estados Unidos  y en donde aparece la cardiopatía isquémica en primer lugar, seguida de la depresión mayor, y las enfermedades cardiovasculares y el consumo de alcohol en tercer y cuarto lugar respectivamente.


Los "estilos de vida saludables" no sólo pueden ayudarnos a combatir activamente algunas enfermedades y a prevenir otras sino que nos permiten eliminar factores de riesgo que -estadísticamente- se llevan miles de vidas cada año en todo el mundo. Es ingenuo pensar que estamos fuera de las estadísticas. Por otra parte el simple hecho de encontrar la depresión mayor y el consumo desmesurado de alcohol como causas principales de enfermedad, debería hacernos pensar que muy posiblemente la causa y razón final del porqué quitamos importancia a cuidarnos y mantener nuestra salud, esté finalmente en nuestra cabeza.: “Mens sana in corpore sano”.

De nuevo, hablar del factor cultural es determinante, pues los estilos de vida son patrones de comportamiento, valores y forma de vida que caracterizan a un individuo, grupo o a las diferentes clases sociales. El estilo de vida representa la práctica diaria de costumbres que engloban ejercicio físico, alimentación y demás factores que intervienen directamente en nuestra salud. Nuestro estilo de vida puede ser un comportamiento "Wellness" o un comportamiento de riesgo, estos últimos incrementan las posibilidades de enfermar y sufrir accidentes y generalmente no sólo influyen en nuestra salud, sino que también inciden en la salud de los que nos rodean y por supuesto en su vida. 

La alimentación por ejemplo, responde casi siempre a valores aprendidos en el ámbito familiar y en nuestro entorno social y generalmente lo correcta que esta sea depende por lo general a patrones culturales y educativos. Entender por ejemplo que son los hidratos de carbono o para que sirven las proteínas, son aspectos que debemos aprender y en lo posible gestionar y aplicar en nuestro beneficio.

      

Las nuevas tendencias del consumo deportivo, obedecen sobre todo a patrones de necesidad del mercado. Hoy en día es fácil encontrar en los estantes de cualquier supermercado alimentos con soja, cereales con isoflavonas, galletas con L-Carnitina o alimentos enriquecidos con vitaminas y Omega-3. Al margen de su verdadera utilidad, la razón es sencilla: cada vez estamos más preocupados por nuestro aspecto físico y también por nuestra salud. En contrapartida, los factores culturales que deberían librarnos de muchas de las actuales patologías que sufrimos en el mundo desarrollado, no constituyen precisamente un valor preventivo. 

De hecho, aún gestionando más y mejor información que diez años atrás, las cifras de depresión, estrés, enfermedades nerviosas etc. van en aumento año tras año. Gestionamos en realidad micro-cantidades de información: la justa para relacionarnos, trabajar -a veces en exceso y también a veces otorgando más valor al trabajo que a la propia salud- vivir el día a día y planificar nuestra vida a un máximo de unos meses vista. Somos capaces de prever que debemos programar nuestras vacaciones con unos meses de antelación para no perder las plazas, e incluso capaces de hipotecar nuestra vida entera en plazos para comprar nuestra casa y ¿disfrutar? de una vejez incierta en cuanto a salud se refiere pero en muchos casos absolutamente incapaces de invertir en mantener nuestro cuerpo y nuestra mente en el mejor estado posible.



En la actualidad encontraremos muchas opciones para estar más sanos, más fuertes o con mejor aspecto físico. Tenemos multitud de opciones en el entorno del Fitness y la salud: actividades acuáticas, máquinas de entrenamiento de lo más diverso, actividades cardiovasculares y varios tipos de profesionales sobre los que más adelante hablaremos. Un punto importante para asesorarnos en cuales son estos patrones de bienestar y en como aplicarlos en nosotros mismos es que consultemos un profesional médico que nos marque la ruta a seguir. Posteriormente si nos falta motivación, precisamos de un seguimiento más exhaustivo o necesitamos que un profesional de la actividad física interactúe con nuestro médico, un Entrenador Personal puede ser una buena opción. Siempre y cuando aplique en si mismo estos patrones de bienestar como condición indispensable. Más allá del entrenamiento orientado hacia aspectos estéticos o de alto rendimiento deportivo, un profesional de la actividad física y la salud como un Entrenador Personal, debe ser un profesional capacitado en poder atender los parámetros de actuación que su médico a diseñado para Usted y debe ante todo ser un modelo de seguimiento.

Los patrones del bienestar

Rechace imitaciones, un verdadero profesional debe ser un modelo de comportamiento. Este es un punto que comento muchas veces con algunos compañeros. Desde mi punto de vista, un profesional de la salud no es un animador turístico, ni un contador de repeticiones, tampoco un simple motivador ni siquiera un relaciones públicas. Un verdadero profesional de la salud debe conocer y practicar las pautas que conservan y potencian la salud. Y esto es extensible a mi juicio a todos los que de alguna manera se dedican a conservar la salud de las personas, médicos, fisioterapeutas, profesionales del fitness e incluso añadiría a los profesionales del ámbito estético tanto desde el campo médico como simplemente cosmético.


Los patrones de bienestar se refieren a aspectos como:

1. Realizar ejercicio físico de forma segura y regular

2. Llevar una nutrición adecuada y sana

3. Tener un cierto control sobre el estrés y aprender a relajarse

4. No fumar

5. No ingerir alcohol (o su consumo moderado)

6. Dormir de 7 a 8 horas diarias

7. Aplicar medidas de seguridad que eviten accidentes físicos y tomar medidas en el sexo con riesgo

8. Ayudar a las personas más necesitadas y trabajar en nuestros valores

9. Hábitos de higiene, imagen y cuidado físico

10. Pensar que el cuerpo y la mente son uno

11. Educar la mente en positivo, pensar que nuestro cerebro es un jardín, cultiva y cuida tu jardín


Cada uno de estos once puntos es determinante para conseguir un buen nivel de prevención, pero los verdaderos cambios los sentiremos en nuestra manera de vivir, en la forma en la que afrontamos los pequeños retos de cada día y en lo que transmitimos a los demás. Finalmente, conseguir un buen estado de salud no es algo que se consiga reduciendo nuestro nivel de grasa corporal y aumentando nuestra masa corporal. 



Sentirse bien significa verdaderamente "estar bien" y eso engloba nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro corazón, porque sentirse bien de verdad es algo indivisible de un concepto espiritual que pretendo resaltar pero sobre el que no profundizaré por lo extenso y complejo de su contenido, pero que sin duda refleja fielmente la idea de que es difícil sentirse bien si lo que transmitimos a los demás es negativo. El positivismo es sin duda uno de los mejores aliados de nuestra salud. 

Todo depende de cómo orientemos o mejor dicho: de cómo visualicemos los pros y contras de cada apartado. En el punto número siete, incluiríamos la realización de chequeos médicos y revisiones periódicas como elemento fundamental del concepto preventivo: el diagnóstico precoz.

A lo largo de los años, la experiencia me ha enseñado que el concepto de Wellness o bienestar es un concepto que cada uno crea a su medida. Pero muchas veces ocurre que cada uno lo crea según su conveniencia. Otros en cambio no sólo no intentan aplicarlo en su vida sino que lo rechazan abiertamente. Sienten que es algo que no puede entrar en su cotidianeidad, en el día a día de sus vidas, es como si a una persona aficionada a leer de dicen que ahora debe también aficionarse a hacer parapente… "ni me gusta, ni me interesa, no me veo con ese traje de astronauta y colgado de un paracaídas, me da pavor" -pensarían muchos-. La realidad es que inducir a una persona hacia un estilo de vida saludable no es fácil y me encuentro muchas veces en que asesoro y entreno a personas que de antemano estaban concienciadas con la importancia de trabajar en pro de su salud y estilo de vida. 

Otras veces vienen a mí cuando previamente el médico les ha dicho que no tienen otra opción o incluso cuando ya han sufrido algún tipo de intervención, y menos veces de las que desearía convenzo a alguien de la importancia de no auto agredirse y sobre todo de la gravedad de los castigos que le infligen a su cuerpo.


Lo malo es que las cosas que ellos consideran "buenas" ofrecen un valor experiencial inmediato y que es interpretado de muchas formas, pero casi nunca como una agresión. Fumar por ejemplo ofrece de forma inmediata una sensación de tranquilidad y placer hasta el punto que muchos, muchísimos fumadores son incapaces de realizar ciertos actos cotidianos sin la presencia de un cigarrillo: trabajar frente al ordenador, tomar un café e incluso hacer el amor son actos que para muchos van ligados al acto de fumar. 

Con el alcohol ocurre lo mismo, la desinhibición y la sensación de soltura que produce es difícil de separar de actos sociales como las comidas de empresa y poco a poco tampoco de las comidas en casa o de las comidas familiares de fin de semana. Cuando el enemigo come contigo, descansa contigo, se divierte contigo y hasta se acuesta con tu mujer… entonces tienes un problema, porque este enemigo que ahora crees controlar un día será tan grande y tan fuerte que echarlo de casa, echarlo de tu cuerpo y de tu vida será verdaderamente difícil.

Si tu planteamiento es “lo tengo claro, pero ahora no es el momento”, o “ si, tengo que hacerlo, pero esperaré a estabilizar mi trabajo o mi pareja o…”  te voy a decir un secreto: vivimos en una realidad en la que nunca es “el momento”, no esperes que de pronto un día te levantes y digas: “vaya, hoy siento que es el momento, voy a dejar de fumar, voy a cuidarme, voy a invertir en mi salud”, eso puede ocurrir, pero lo que suele pasar es que tu enemigo, un día mientras te lavas la cara por la mañana o mientras cenas con tu mujer o mientras conduces, te muerde el pulmón, o el intestino y entonces te das cuenta de que has de pedir hora al médico. Es “el momento” de que otro intente arreglar lo que nosotros hemos ido destruyendo con el tiempo. 

Podemos pensar que ¿dónde está el límite?, ¿en qué momento tengo que cambar para antecederme a la enfermedad?, Bien, en el caso del tabaco el límite es un cigarro, porque sólo el hecho de fumar ya es nocivo, o sea que el momento es ahora. En el mejor de los casos, lo que ocurrirá es que el espejo o un simple análisis nos diga que tenemos que disminuir de peso o que tenemos que bajar los niveles de colesterol. Generalmente el siguiente paso es actuar de manera aislada para poner solución a un problema que incorrectamente también consideramos aislado. Lo más inteligente sería tomar el problema como la punta del iceberg de un conjunto de planteamiento erróneos para nuestra salud y buscar una solución global no al problema sólo sino a la causa que nos ha llevado a el.




Entre el consumo saludable de máximo una copa de vino al día para las mujeres y dos copas de vino al día para los hombres y el alcoholismo que se situaría en el otro extremo, encontramos lo que llamamos consumo de riesgo que comienza cuando empezamos a superar estos niveles y es en donde se encuentra un gran tanto por ciento de la población. Todos conocemos a alguien que a media mañana toma un almuerzo con cerveza, bebe tres copas de vino para comer, toma un carajillo de anís con el café y cenan de nuevo con vino o cerveza. 

Algunos incluso acaban la jornada con algún whisky. Esto supera con creces los 40 gramos máximos de alcohol para hombres y los 25 gramos máximos para mujeres que recomienda el cardiólogo ValentínFuster. Estamos ante lo que el llama "la antesala de la desgracia" teniendo en cuenta que a ello se le pueden sumar las casi 300 calorías que contienen esos 40 gramos de alcohol y que se suman a la ya de por sí poco cuidada dieta de las personas que no se cuidan- valga la redundancia-. En esta lotería se juegan entonces premios como la obesidad, la hipertensión que se genera a partir de la cuarta copa y el riego de sufrir una hemorragia cerebral que aumenta en los hombres a partir de la sexta copa, el aumento de los triglicéridos, las cardiomiopatías y por supuesto la adicción. 

En este punto, es necesario hacer un llamamiento a todas esas personas que nunca se tomán la tensión arterial: la hipertensión es un verdadero “asesino silencioso” puesto que no provoca síntomas evidentes y en ocasiones estos son tan vagos que no se tienen en cuenta. La hipertensión ataca especialmente al funcionamiento de los riñones, el corazón y el sistema vascular, por lo que cuando se manifiesta en forma de un síntoma identificable como un mareo, palpitaciones o un problema de visión, a veces el daño producido ya es grande. La mejor manera de luchar contra la hipertensión es prevenirla. Su médico le indicará cuales son las pautas a seguir para apartarse de esta patología que pasa por evitar el sobrepeso, hacer ejercicio de forma regular, disminuir de la dieta las grasas animales, aumentar el consumo de hortalizas, frutas y verduras, eliminar el tabaco y evidentemente moderar su consumo de alcohol y sodio.

Y no es necesario llegar al final del juego. A algunos les toca la lotería que incluye el premio del sobrepeso y la hipertensión y no se convierten en adictos, otros sólo ganan el premio del colesterol o la patología cardíaca viviendo dependientes de un fármaco de por vida, algunos se convierten en adictos que acaban perdiendo amigos, familia y trabajo. Los más afortunados se salvan de sufrir un cáncer de colon porque se matan en un accidente de tráfico, en el mejor de los casos sin víctimas inocentes. Es un juego macabro y socialmente aceptado, pero con más perdedores que ganadores.


Ojalá la gente supiera divertirse tomando cualquier otra bebida sin efectos sobre su percepción sensorial. Hoy por hoy esto es una entelequia y tengo que escuchar muchas veces la palabra "radical" o "extremista". Evidentemente no hablo el mismo idioma que la gran mayoría de la gente pero mi vida no precisa del efecto de comuna ni del apoyo del grupo para ser plena. Con dos, tres copas al día sigo en el lado de la salud, e incluso la refuerzo, con más sí soy radical, y lo soy con mi propia salud. Es una cuestión de sentido común. Tampoco las drogas se escapan a los hábitos de consumo asociados con la diversión o el ocio nocturno e incluso con el ámbito del trabajo. Es sorprendente como las personas se dejan llevar por los demás con tal de seguir en el grupo. Es una percepción absolutamente miope de la diversión, el éxito o el rendimiento y una terrible evidencia de cuan vacías están algunas personas, castradas de la capacidad creativa y de la curiosidad que les permita buscar alternativas para su diversión.

Hace un tiempo un amigo me comentaba algo que va al hilo de este tema. Estábamos hablando del tremendo éxito de audiencia que tenían algunos programas de televisión que tratan sobre la vida que llevan algunas personas recluidas en casas o en islas de las que no pueden salir. Desconozco si esto tiene alguna utilidad para psicólogos o sociólogos, pero sospecho que los que verdaderamente sacan algo de estos programas son las cadenas de televisión. La cuestión es que mi amigo dijo algo que se me quedó grabado: "algunas personas tienen una vida tan vacía que necesitan llenarla de la vida de los demás para que la suya tenga sentido…". Yo pienso más bien que demasiada gente se aburre, no encuentran la motivación para sentirse cautivados por un libro, no saben lo emocionante que es aprender, no disfrutan buscando su parte creativa y tienen amputada la capacidad de emocionarse, pero sobretodo a emocionarse con sus vidas, no con las vidas de los demás. Nadie les ha educado en cultivar su mente ni cultivar su cuerpo. 

Su concepto de inversión es un concepto relacionado con aspectos materiales. La salud, por el contrario creen que está sólo en manos de los médicos y del estado. Se trata de una carencia espiritual, porque creo que el bienestar, nace sobretodo de querer estar bien con uno mismo y eso debe tener algo que ver con el espíritu -para unos- y con la virtud del razonamiento -para otros-. Cuando perdemos la percepción de nosotros mismos buscamos otras referencias, cuando las riendas de nuestra vida corren tres metros delante de nosotros corremos el riesgo de que nos coaccionen, nos convenzan, nos manipulen y nos hagan entrar en un juego comunitario llamado "la estupidez de la masa social". Una estupidez que hace que algunas personas consideren más importante lo que pasa en la televisión que en sus propias vidas. Para un barco sin puerto, cualquier viento es bueno.

Por eso siempre intento inculcar a las personas que quiero que el bienestar debe nacer desde dentro hacia fuera y debe ser un planteamiento que no tenga final, es decir, siempre en crecimiento, crecimiento intelectual, evitando que en nuestra mente entren elementos de manipulación externa que coarten nuestra libertad y que contaminen nuestra capacidad de ampliación y crecimiento en conocimientos para conseguir la comprensión de como para aplicar los principios del bienestar primero en nuestra mente y luego en nuestro cuerpo. Estoy hablando de leer, conversar con los amigos, explorar nuevas áreas relacionadas con el arte, la pintura o nuestras aficiones sean cuales sean y sobretodo no permitir que nada nos imponga sus reglas de vida. Fíjese el lector que no he hablado de deporte ni actividad física. Los principios de la salud y el bienestar pasan primero por reconciliarnos con nuestra vida y nuestra mente, para algunos será necesario primero recuperarla, más tarde nos ocuparemos del cuerpo.




Hablemos, ahora si, un poco del gimnasio: El comportamiento Wellness debe ser sobretodo un compromiso personal de mejora y un pacto de no-autoagresión. Y para ello, siempre explico que apuntarte al gimnasio no es generalmente la mejor opción. Es una más de las teclas y resortes que hay que accionar para ponerse en camino, pero muchas veces se confunde como un “traspaso de responsabilidades”. Demasiadas personas se apuntan al gimnasio con el ansia de que su aspecto físico o incluso su salud mejore, pero luego no acuden al gimnasio o simplemente se encuentran perdidas en el, buscando soluciones a necesidades a las que no encuentran respuestas efectivas. No nos engañemos, en los gimnasios y clubes de Fitness, podremos hacer amigos, relacionarnos, divertirnos e incluso invertir en nuestra salud, pero solamente  si se da la condición obligatoria de querer mejorar, y teniendo claro que eso depende de nosotros, no de un profesional determinado ni de un gimnasio perfectamente equipado.

La solución está sobretodo en nuestra cabeza y es responsabilidad nuestra, no de una ficha de alta. Por otra parte, conozco infinidad de personas que son auténticos sponsors de los clubes deportivos y mantienen una relación con este, puramente casual: si un día se dá la casualidad de que tienen ganas de ir al gimnasio, entonces aparecen en el, se cambian de ropa y cumplen con los requisitos necesarios del buen sponsor, es decir, ponerse los auriculares, escuchar un poco de música mientras pedalea, hacer cuatro ejercicios desordenados y… cumplir. Lo peor de todo esto es que el “cumplidor” tiene la sensación de que practicando este rito dos o tres veces al mes, los beneficios para su imagen, su salud y su mente van a ser verdaderamente visibles y evidentes sencillamente por aquella frase tan célebre de: “voy al gimnasio cada semana”… y aunque eso está bien para el club, no es suficiente para nuestro cuerpo. Lamento ser un aguafiestas y quitarles la ilusión a todos los cumplidores que leen estas líneas: tres o cuatro veces al mes no es suficiente. Puede serlo para que tu conciencia quede más tranquila, pero seguramente la barriga que impide que te veas los pies al ducharte siga ahí mes tras mes e incluso de forma absolutamente insolente, aumente de diámetro.


Siempre quedan las soluciones milagrosas como los sistemas reductores a base de pastillas, las dietas de la col o de la piña, las dietas por puntos, los parches reductores, las cremas reafirmantes, las saunas portátiles, los gadgets electrónicos que venden por televisión a las tres de la madrugada o el último aparato que han puesto en el centro de estética de la esquina, pero para que el lector vaya cogiéndome aprecio le diré un secreto para que quede entre nosotros: casi con toda seguridad nada de eso va a mejorar su tono muscular, su imagen o su salud de forma sostenible en el tiempo. De hecho la mayoría de esos sistemas son un puro fraude que no tiene más objetivo que conseguir su dinero. 

Además, al margen de ir al gimnasio, existen muchas otras actitudes y costumbres que es necesario adoptar en nuestra vida cotidiana para conseguir realmente ir bien encaminados, de igual forma, otras costumbres deberán irse abandonando: no basta con ir -incluso cada día- al gimnasio a fomentar nuestra salud y condición física si después aparezco en la puerta con un cigarro en la mano, -algo lamentable que veo diariamente-. Generalmente, cuando esto ocurre, esta actitud va acompañada de muchas otras costumbres nocivas. Por eso la experiencia me dice que no es cuestión de ser extremista: la salud es una actitud que se adopta o  no se adopta. No existen términos medios.



Luis Perea

      

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